Todo el año es carnaval
El carnaval es, sin lugar a dudas, la fiesta del disfraz, de la mascarada, del ruido.
En nuestro evento folklórico, el disfraz ya dura trescientos sesenta y cinco días al año, y el ruido aumenta su volumen cada vez más para tapar las voces de la necesidad.
¿No es un verdadero carnaval, por ejemplo, el conjunto de leyes y restricciones para menores sobre alcohol, horarios, exhibiciones, etc., que nadie respeta?
Mientras se debate en todos los ámbitos la problemática del adolescente entre padres y profesionales, en la madrugada esos casi niños se alcoholizan, se drogan, se prostituyen con la ayuda de unos adultos corruptos y de otros adultos indiferentes.
Mucho ruido, mucho disfraz, poca verdad.
♪♪ ...Familia muy normal... ♪♪
Y el efecto dominó de este carnaval social contamina al hombre común que, tras su disfraz de inocente televidente consume toda esta mascarada expuesta como destape, talk show, moral moderna, etc., son mayor preocupación por comprobar que es el mismo ambiente que consume su hijo/a cuando va a bailar o viaja como egresado secundario.
Es que ninguno de nosotros puede aceptar que con una "familia tan normal", como cantarían los Locos Adams, está forjando a alguno de esos personajes que nos entretienen desde la pantalla con su desfachatez, se desnudez, sus transgresiones, su libertinaje...
Sólo cuando la droga, o la homosexualidad, o la prostitución toca a uno de nuestros seres queridos,
estallamos con desesperación y proclamamos el consabido ¿por qué a mi?
¡Nuestro disfraz omnipotente de gente correcta, laboriosa, inmaculada!
Arrojando la máscara
¿Cuándo terminará este carnaval?
¿Cuándo nos despojaremos de tanta palabrería inútil, y aceptaremos que corremos grave peligro con esta mascarada de libertad sin censura, de criterios abiertos, de seudorespeto para la aberración del otro?
¿Cuándo llamaremos a cada cosa por su nombre, y nos animaremos a hacerlo como lo hace Dios?
Dice el Señor Dios Todopoderoso: "Toda cabeza está enferma y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay[...] cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga [...].
Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien..." (La Biblia).
Entonces luego podremos estar a cuentas con Dios y recibir todo su bien.
¿Cómo lograrlo? Empezando por casa.
Cada uno de nosotros debemos presentarnos sin disfraces ante Dios y reconocer nuestra necesidad de un encuentro personal con Jesús.
¿Estas dispuesto? Hoy es el día.
No te olvides que FEBRERO empieza con FE...

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